Tan ancha como tan pancha

Por Gustavo Emilio Balanta Castilla, fsurcos@hotmail.com

“Mírenle la cara tan ancha como tan pancha”, decía Niña Ana, mi abuela cuando  advertía algo de caronería en alguien que habitualmente trataba de envolverla con cuentos de hadas o falsas expectativas.

La revista Semana convocó y realizó el foro ¿Hacia dónde va Cartagena? – visión estratégica. Un espacio para que los diversos sectores de la sociedad local y nacional, con la participación del alto gobierno, los gremios de la economía y  funcionarios distritales tiraran carreta frente a lo que le espera a la ciudad en los próximos lustros.

Se trató de una oportunidad para conocer que están pensando, o mejor que han decidido hacer quienes ostentan el poder de conducir los destinos de Cartagena en términos  políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales. Hemos afirmado en varias oportunidades que la maketa de ciudad está elaborada y no ha sido exhibida al público del todo. Y quedó comprobado. La ciudad no va. A la ciudad la llevan y con nosotros abordo.

Se abrió una página para ojear qué será de la ciudad heroica en los renglones básicos que hoy se disputan la vocación de desarrollo que ella tiene a propósito de los Tratados de Libre Comercio y cómo deben articularse para hacer realidad las locomotoras del progreso que hacen parte del Plan de Desarrollo del gobierno del presidente Santos.

A vuelo de pájaro se señalaba en años anteriores que el turismo, la industria y el puerto eran las propensiones naturales de desarrollo de Cartagena. La amalgama se explaya hoy con los requerimientos portuarios, logísticos, inmobiliarios, comerciales y energéticos, entre otros. Todo ello en la perspectiva de captar inversión extranjera que permita un crecimiento económico destinado a mitigar las profundas y crecientes brechas sociales que padecemos.

Leído de esta manera suena a piropo melodioso. Lo que ha ocurrido y seguirá ocurriendo es que con la perpetuación de un modelo de desarrollo mezquino y avasallador que desconoce y descalifica conceptos humanísticos como participación e inclusión para una sustentabilidad colectiva, la ciudad mantendrá altos índices asimétricos de bienestar social.

La apertura de un portillo para un acuerdo en clave de ciudad, donde todos sus actores vieran reflejados sus intereses, anhelos y esperanzas con una ruta de polo a tierra y concreción cierta quedó aplazado; y por el contrario reafirmó el perenne y vergonzante ejemplo que refleja la actual realidad.

Se hicieron “grandes” anuncios por parte de los voceros del alto gobierno, se recalcaron inversiones en megaproyectos o megaobras ya conocidas, se sacaron del tintero críticas a trabajos fermentados por la ineptitud, ineficacia, ineficiencia y carcomidos por la corrupción como el caso de transcaribe y se dieron recetas para que algunos sectores económicos dieran un timonazo hacia una mejor planificación. Nada del otro mundo.

Brillaron por su ausencia voces que interpelaran sobre ¿Qué está y seguirá ocurriendo con el tema de la propiedad de la tierra y el derecho al territorio de los pueblos afrodescendientes insulares y continentales? ¿Cuál es el reflejo en utilidad social, y no hablamos de migajas sino de recursos que transformen, que dejará esa inversión en esos poblados?

Se trababa de cambiar el interrogante que promovió Foros Semana, de tal forma que borrara cualquier vestigio perceptivo de que todo estaba consumado y que quienes portábamos tarjeta de invitados íbamos a calentar unas sillas, gastar saliva y escuchar a los gurús del saber sin posibilidad de interactuar para transformar un estado de cosas que nos afecta.

A nuestro modo de ver la pregunta era ¿Hacia dónde debe ir Cartagena? Acuerdo estratégico en clave de ciudad. Es un interrogante complejo. Profundo. Que requiere de lecturas varias y respuestas polifónicas que permitan políticas públicas de inclusión que tengan como marco el respeto y la garantía de los derechos humanos fundamentales. Que responda a una nueva concepción de gestión social, administración gubernamental, planificación territorial y ejecución fiscal.

La dirigencia social y comunitaria, que se ha puesto las pilas, no tuvo cabida con expositores o panelistas, cuando muchos de ellos soportan con suficiente seriedad, rigurosidad y profundidad  planteamientos y propuestas centradas sobre el devenir de la ciudad.

Esperábamos que en este escenario la frase de Niña Ana mi abuela, no se reflejara como ha venido ocurriendo en el transcurso de la historia de la ciudad, pero nos quedamos con los crespos echos. Allí estuvieron con su “cara tan ancha como tan pancha”.